sábado, 21 de febrero de 2009

LA MUSICA EN LA EDAD PREESCOLAR


niños de la academia artistica CHAMALU de Popayán cauca

No cabe duda que la etapa de la niñez es el momento en que el ser humano está más receptivo a los nuevos estímulos del mundo exterior. El niño es una antena receptora de todo tipo de experiencias sensoriales y conocimientos que va procesando y que le servirán durante sus estancia adulta en este mundo. Paralelamente a esto, el niño viene desarrollando sus capacidades psico-motrices a pasos agigantados con visibles progresos en su hablar, en su caminar y su coordinación en general. Es el momento ideal para darle la oportunidad a que desarrolle habilidades particulares, por ejemplo en el campo de la música. En efecto, en esta etapa el niño será capaz de situar la enseñanza de la ejecución de un instrumento musical a la par de cualquier otra actividad psico-motriz. Avanzará tan rápido en este campo como lo podría hacer en un nuevo juego o actividad física y de hecho le resultará divertido y hasta fácil. La ruta hacia este aprendizaje se acortará sensiblemente si la comparamos con un adulto que empieza a estudiar la técnica en la ejecución de algún instrumento.

Por otra parte, el niño tiene otra clara ventaja en esta ronda de comparaciones con el adulto y es que, a diferencia de éste, carece de obligaciones laborales y de otras índoles que la sociedad le impone a uno, dispone de mayor tiempo libre para la práctica propuesta y por lo tanto puede enfocarse mejor y dedicarle más tiempo a la misma conllevando a mejores resultados a largo plazo. Ahora mismo que estoy escribiendo estas líneas, quisiera regresar el tiempo y colocarme de nuevo en esta ventajosa posición de los niños. Ahora, con los tiempos distribuidos entre el trabajo, la familia y las obligaciones sociales, apenas y queda tiempo para sentarse a ver noticias o leer unas cinco páginas de un buen libro. Nunca faltan los imprevistos que, por si fuera poco, acortan más el tiempo de los adultos.

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Y, siendo estrictos, podemos decir que el niño debe aprovechar al máximo este tiempo –y aquí los padres deben venderles bien la idea de estudiar la ejecución de algún instrumento musical- ya que las cosas empiezan a ponerse pesadas hacia los años finales de la secundaria, los tiempos se acortan, otras “distracciones” llegan y ya tenemos encima la universidad y las academias de preparación. Hay que ganarle tiempo al tiempo.

Por otra parte los beneficios de saber tocar un instrumento son inestimables. En la parte ligera de la balanza podemos decir que el niño en un futuro será el alma de más de una fiesta al coger la guitarra y acompañar algunas canciones que son del gusto común. Tampoco se descarta que pueda hacer una carrera dentro de la música y llegar a convertirla en un estilo de vida que le permita vivir independiente y decorosamente. Por último, la música, y en especial la ejecución de un instrumento, nos permiten encontrar un espacio seguro de refugio cuando las cosas no andan bien y nuestros proyectos no avanzan. El desahogo que nos permite la ejecución musical es bien conocido y géneros tan importantes como el Blues tienen sus cimientos en sentimientos del hombre. Sin embargo, la enseñanza musical disfruta de otras prerrogativas, digamos más pedagógicas.

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Se vienen haciendo varios estudios al respecto al tiempo que se vienen implementado estudios musicales en niños de edad preescolar pues al parecer esta enseñanza, incide directa y positivamente en el desarrollo intelectual del mismo. Además, merced a estos estudios, van quedando bien establecidos los beneficios auditivos y del habla –por tanto de comprensión en el proceso de comunicación-, sensoriales y ni qué decir de los psico-motrices. Otro gran beneficio que la enseñanza de la música aporta al niño es en su capacidad de expresión y por tanto en el desarrollo de su personalidad. Una gran técnica a este respecto es cuando el niño puede cerrar los ojos y escuchar determinada música. Luego es invitado a que asocie imágenes libremente a partir de los sonidos que va escuchando. Finalmente, el niño plasma en papel, en forma de dibujos libres, lo que su mente visualizó al conectarse con la música. Esta técnica permite la interiorización del niño y le abre las puertas para compartir su mundo personal con los demás, haciéndolo un ser más sociable. Además muestran su nivel de desarrollo y de anhelos, lo que a su vez nos dará luces para enfocar mejor su educación en base a sus aptitudes naturales. Por extensión, este mismo método se puede utilizar con una pequeña variante consistente en que el niño, en lugar de dibujar, baile libremente al ritmo de la música, acompañando su movimiento con gestos faciales y todo lo que le ayude a fomentar su expresión corporal.

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Por otra parte, la música tiene el potencial de acercar a las personas que la comparten. En este sentido, cuando el niño va avanzando en sus estudios musicales es capaz de expresarse cantando, incluso ya es capaz de inventar letras para las melodías y compartirlas con sus demás compañeros o familiares, logrando una mayor empatía con ellos. Es en este punto, en que el niño empieza a familiarizarse con las letras de las canciones y que en más de un caso buscan la rima, que su desarrollo intelectual se verá tremendamente potenciado. El niño buscará mejorar su vocalización porque será un reto para él entonar su voz con las notas musicales que están sonando y cuya relación recién ha descubierto. Junto con esto, mejora la capacidad de concentración pues el niño debe ejecutar el instrumento y entonar su voz al tiempo, además al ir conociendo más canciones su memoria mejora también. En suma, los beneficios que la música aporta al niño son incuestionables.

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